5 de abril de 2010

Soul Kitchen


“Soul kitchen” es otra película con cocinero. Su director, un alemán de origen turco, Fatih Akin, dice que la idea inicial del guión se resumía en estas dos líneas: “Adam,(el protagonista) está destrozado y el restaurante podría ir mejor”.
Adam es un pobre diablo zarandeado por el torbellino de una vida en la que coinciden la marcha de su novia, la aparición de su hermano, un presidiario en libertad condicional, y una hernia discal que le impide seguir atendiendo la cocina de su restaurante, un enorme local destartalado en una zona decrépita de almacenes de Hamburgo.
El cocinero que contrata, lo hemos visto en la primera secuencia de la película, es un chef de alta escuela pero absolutamente intransigente. Sus “menús para impresionar” ahuyentan a la clientela que sólo quiere hamburguesas y pizzas, pero él se niega a ceder en lo más mínimo y prefiere enrolarse en un circo como lanzador de cuchillos. Finalmente otro público atraído por el grupo que ensaya en el local vacío termina por apreciar la nueva cocina y el restaurante va para arriba como un cohete.
El restaurante esta inspirado en un local de Hamburgo donde Akim paso muchas horas. De hecho, Adam Bousdoukos, que fue el animador de aquel local, es el coguionista del film y su protagonista.
Pero a mí, ese personaje me recuerda a otro Adam, el cocinero de The Brick, el bar de Cicely que regentan Holling y Shelly en “Doctor en Alaska”, aquella serie de los noventa que algunos consideran la mejor de la historia de la televisión.
También Adam es un cocinero extraordinario que termina imponiendo su cocina sofisticada por encima de las hamburguesas de alce. Como Shayn, el cocinero de “Soul Kitchen”, Adam es un personaje grosero e intratable. Cuando el pinche de The Brick pone bacon en vez de panceta en una de sus creaciones, Adam le echa una bronca espectacular. Cuando algún comensal le dice que algún plato está exquisito, le espeta que lo sabe perfectamente.
Volviendo a la película, “Soul Kitchen” es una comedia un poco disparatada y muy entretenida. Si pensáis ir a verla no os preocupéis que no os he desvelado el argumento. Lo del restaurante es sólo una parte de una historia que tiene muchas más ramificaciones. Lo que trato de resaltar es como la cocina interesa, de nuevo, como argumento en el cine. El propio director cree que cine y cocina no son cosas tan distintas. El caso es que los guionistas tratan de atraer a la gente con temas que les interesan y parece que este es uno de ellos.
Por eso no me extraña que, entre los muchos festivales especializados de cine, haya uno dedicado a la cocina. Se llama Cinegourland y se celebra en La Guardia, en la Rioja Alavesa del 26 al 28 de julio. Allí, además de cine se podrán degustar platos preparados por algunos de los mejores cocineros vascos y que atienden a nombres tan cinematográficos como "Gilda" con el Dry Martini al estilo Buñuel, los "spaguetti western", la "naranja mecánica", la sopa de "Frenesí", la fritura "Renoir", las migas de Viridiana al estilo vasco, las codornices en sarcófago de Babette, el pollo al vinagre en homenaje a Chabrol, el "chantilly" de Vatel o las gambas con guisantes en salsa agridulce de "Comer, beber, amar", entre otros.
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