4 de mayo de 2010

Botellas de gaseosa

Si tienes menos de 30 años puede que no sepas que en un tiempo hubo otras marcas de gaseosa además de La Casera. La gaseosa por antonomasia, cuyo nombre de marca se utiliza como sinónimo del producto, lo mismo que Danone para el yogur, o Gillette para las cuchillas de afeitar, fue en un tiempo una más en medio de lo que podríamos llamar la “biodiversidad de la gaseosa”. Una “biodiversidad” riquísima.
Rafael Sánchez Barros lleva años coleccionando estas botellas y, según me ha contado, tiene más de 5.000.   
De esta extraordinaria colección ha seleccionado unas 300, que enseña al público en una preciosa exposición, “Historia de una burbuja”, en el Mercado Puerta de Toledo.
Es una historia que viene de lejos, pero que se ambienta, sobre todo, en los años 50 y 60, cuando en las mesas de la clase media no solía faltar la gaseosa, que tomábamos con vino, o el sifón, sus gran competidor.
Los fabricantes de gaseosa solían ser pequeños empresarios que abastecían a una población o a un barrio de una gran ciudad. 
 En muchos casos, era el apellido o un acrónimo del apellido del dueño el que daba nombre a la marca: Palacio, espumosos López,, Garsan (de García y Sánchez). En otras era el gentilicio de la localidad donde se fabricaba y consumía: La Caravaqueña (de Caravaca de la Cruz), La Bembibrense (de Bembibre), La Alborayense (de Alboraya)…
Había muchas también que elegían el nombre de la patrona o el patrón del pueblo, o algo alegórico a la localidad donde se fabricaban. En la exposición se ve una botella con la marca “Cerros de Ubeda” y otra con la leyenda “la Flor de Olmedo” como el caballero de la obra de Lope de Vega.
Pero quizá las que más me gustan son las que traslucen esa ilusión y empuje de los pequeños empresarios que ponían en ese producto humilde todos sus sueños de un futuro mejor. Cuando alguien llama a una gaseosa La Floreciente, La Deseada o La Invencible es que piensa comerse el mundo vendiendo agua azucarada con carbónico en botellas.
En la entrada de la muestra varias cajas de gaseosa “GRAN VIA”, son un ejemplo de cómo estos animosos emprendedores, que rellenaban las botellas una a una, ponían su mirada en lo que les parecía el no va más del progreso.
En este caso, los “rascacielos” de esa calle, que cumple un siglo este año. En la botella se ven la silueta del edificio Capitol, el de la Telefónica y el Edificio España. Un amigo de Rafael me contó que su abuelo embotellaba gaseosa con ese nombre en Tielmes (Madrid). En realidad, el nombre Gran Vía agrupaba a una serie de fabricantes autónomos de gaseosa de Madrid capital y el sureste de la provincia. No se trataba de una franquicia. Lo único que tenían en común era el envase y que, al parecer, se reunían una vez al año en una comilona.

La llegada de la Coca-Cola y las mejoras de las comunicaciones, que posibilitaba que empresas más grandes distribuyeran sus productos por todo el territorio nacional, fueron acabando poco a poco con esa enorme diversidad de marcas, que fueron desapareciendo sin que casi nos diéramos cuenta. Algunas, como La Pitiusa, La Revoltosa, o Konga resistieron un poco más, pero finalmente La Casera se hizo la dueña del mercado. Tampoco ha podido aguantar frente a las multinacionales y hoy, cuando nos tomamos el españolísimo “tinto de verano”, estamos haciendo negocio a la multinacional Cadbury-Schweppes que compró La Casera en 2001.
Todo esto se evoca en la exposición “Historia de una Burbuja” que. Como digo, se puede ver el el Mercado Puerta de Toledo hasta el próximo domingo día 9 de mayo.
Por cierto ¿cómo se llamaba la gaseosa de tu pueblo?

4 comentarios:

Noe dijo...

hola yo tengo 27años y me acuerdo de ellas,es mas creo que en casa de mis padres todavia hay alguna.casi segura de que se llamaban "Ibañez" y "Casiano",que recuerdos!

elena dijo...

¿De que pueblos son tus padres?

juan dijo...

En mi pueblo había gaseosa Gran Vía. Después recuerdo la gaseosa JJ París

Noe dijo...

los dos son de Mascaraque-Toledo,yo he estado viviendo alli hasta los 9-10 años,es muy pequeño.