12 de octubre de 2010

El Mercado Central de Budapest















Cuando viajo a cualquier ciudad lo primero que visito es el mercado. Suele ser un espectáculo fascinante y da pistas muy interesantes sobre la forma de ser de la gente que vive alrededor.
Este verano estuve en Budapest y lógicamente fui al gran Mercado Central.
El Központi Vásárcsarnok (así se llama en húngaro) es un bello edificio de corte historicista, construido en hierro y ladrillo a finales del siglo XIX y restaurado hace muy pocos años (Es monumento nacional). Por fuera es una mezcla de estación ferroviaria y catedral. Dentro es un estallido de color en el que se mueve una multitud de compradores que hacen cola ordenadamente en los puestos y, curiosamente, jamás levantan la voz, como tampoco lo hacen los vendedores a los que, ni por asomo, se les ocurriría vocear el género para atraer a los clientes.
El edificio tiene dos plantas y sótano. La planta baja es el mercado propiamente dicho con puestos, casi siempre muy grandes, de salchichas, frutas, carne, queso, panes de todo tipo, pescado… y , en todas partes, paprika, el pimiento y la pimienta omnipresentes en la cocina húngara.
En la primera planta hay algunos bares y restaurantes junto a puestos de ropa, artesanía y mil productos para atraer a los turistas. Pero, sobre todo, es un extraordinario mirador para ver el mercado en su conjunto.
El sótano es la gran sorpresa: está dedicada, casi por completo, a los encurtidos que se venden en grandes tarros de cristal rebosantes rebosan color: todo un espectáculo.
Un mercado ofrece ante todo productos frescos y como iba de viaje no compré nada, aparte de un cuchillo de Szankovits, una marca mítica que fabrica cuchillos y navajas de acero "oxidable", hecho a mano, que aquí ya no se encuentra y que corta que da miedo. Pero, aún sin comprar, me dio envidia un sitio tan lleno de vida. Aquí eso cada vez se ve menos: los hipermercados lo devoran todo. Por eso se me ponen los dientes largos cuando voy a sitios como la Boquería de Barcelona, el espléndido Mercado de Abastos de Santiago de Compostela o el Mercado Central de Valencia, con todos los colores y el bullicio de la huerta valenciana. Fuera de España recuerdo también los mercados portugueses de Ribeira, en Lisboa, y el desconchado Bolhao en Oporto. El Naschmarkt de Viena, un kilómetro de puestos al aire libre, por los que entran las cocinas de Oriente. Y, por supuesto, dos de los mercados gourmet más extraordinarios que conozco: Les Halles Paul Bocusse, de Lyon y el de la rue Mouffetard, en París, con sus mil puestos de delicatessen a pie de calle.
¡Quien los pillara cerca!

4 comentarios:

Noe dijo...

que pasada de mercado!!quien diria que es un mercado?yo no desde luego.es precioso....

elena dijo...

Y que ambiente tiene..

alicia dijo...

acabo de terminar de hacer las patatas con merluza y almejas, todavía no las he servido pero yo las he probado y estan de muerte, espero que a mi gente también les gusten, ya os lo diré......

elena dijo...

Ya nos contaras.