29 de septiembre de 2014

Tarde de sábado


¿Qué futuro puede tener un restaurante de comida india en un pueblo francés de postal? En una escala de cero a diez, la lógica lo acercaría al cero: ninguna probabilidad. Sólo el señor Kadam le daría un diez en la escala de idoneidad para instalar su “Maison Mumbai” y volver a empezar desde cero el negocio de restauración al que unos radicales prendieron fuego en su país natal.
Ese es el punto de partida de “Un viaje de diez metros “, película que abrió la sección “Culinary Zinema” del Festival de Cine de San Sebastián. Fui a verla este sábado y pasé un buen rato. Tiene todos los ingredientes: buenos actores (impagable Hellen Mirren), bellas imágenes, un guión excelente, romanticismo, humor y…. cocina. Incluso su punto de crítica a la dictadura de la Guía Michelín, cuya llamada comunicando la concesión de una estrella más es ignorada deliberadamente entre los brindis con champagne del final feliz. La película tiene buenos padrinos, desde el productor, Steven Spielberg, hasta el director, Lasse Halström, al que recordamos por Las normas de la casa de la sidra o Mi vida como un perro. En fin, que la recomiendo.
No va a ser el último film de tema culinario esta temporada. La sección Culinary Zinema de la que hablaba antes reunió 11 películas entre documentales y largometrajes y seguramente, dentro de poco, llegarán a las pantallas al menos dos de ellas, Recipe y Soul of a banquet, centradas en la cocina oriental.

Cocina por todas partes
Aunque cada vez se guisa menos en las casas españolas, la cocina se ha vuelto omnipresente: no hay más que ver el fenómeno Master Chef o Top Chef, con sus extraordinarias audiencias televisivas, o el éxito de los programas de cocina que popularizó el inefable Arguiñano, “culpable” en buena parte de lo que está pasando. También los grandes magazines de la radio están fichando cocineros estrella: el último Martín Berasategui para Hora 25 de la SER. Berasategui ha sido el invitado hoy de Robin Food, el simpático cocinero vasco que da el salto a Telecinco desde la ETB.
Las editoriales no dejan de publicar libros de cocina y los escritores, aunque sean de novela negra (o sobre todo los de novela negra), meten cocineros o gastronomía en sus tramas. Ya hemos hablado de esto antes.
A la salida del cine, entré en un VIPs y  en sus estanterías vi, en lugar destacado, la novela “Una chef con estrella” de una tal Jenny Nelson. Si las cosas no estuvieran como están no creo que nadie hubiera dado un euro por un libro de una escritora desconocida con ese título.
Forges, que olfatea muy bien lo que pasa en la calle, ha olido el aroma de los fogones en este chiste, que publicaba hace unos días en El País.

Tras la película, “cené” en un bar, abierto no hace mucho en la Plaza de los Cubos. Se llama Indalo y, a pesar del nombre, no viene de Almería sino de Alcalá de Henares. 

Indalo
El Indalo era un local que se hizo muy popular entre los estudiantes de la Universidad porque, con una caña y por el mismo precio, ponía de tapa un bocadillo. El negocio se fue extendiendo en otras poblaciones del corredor del Henares y hace poco ha llegado a Madrid donde ha abierto dos locales, uno en Chueca y otro, como digo, en la Plaza de los Cubos.
Es un local enorme y estaba lleno: había que esperar cola si querías sentarte. Pero no es para menos. Ahora la caña (más que caña es un doble) cuesta 2,90, pero puedes elegir entre una treintena de tapas-bocadillos que te sirven en la mesa (recién hechas y con un excelente pan) y entre las que se encuentran clásicos como el de calamares, atún con pimiento o jamón con tortilla. Si no se quiere bocadillo, se puede optar por las croquetas, el pincho moruno, la ensaladilla rusa, una tosta de gulas  o los huevos rotos con jamón. También dan raciones de lo más clásico: morcilla de Burgos, oreja a la plancha, alitas barbacoa, lacón a la gallega, chipirones a la andaluza… y así hasta una veintena, también con buenos precios.
Los Indalo de Madrid tienen ya un diseño estudiado y evidente vocación de franquicia, pero no olvidan su origen, cerveza y tapas buenas por poco dinero, algo que nos vuelve locos a los españoles. Me parece que van a tener éxito.

Con dos cervezas grandes y dos bocadillos muy ricos de Tortilla con Jamón y Atún con Pimientos, “cenamos” por 5’80. Si a esto sumas el cine (6,25 € la entrada con un bono que tengo) y el metro (Ida y vuelta por 3,60 cada uno) la tarde del sábado nos salió por algo más de 25 € para dos personas que, hasta en tiempos de crisis, se pueden pagar. 


Decía que la cocina parece impregnarlo todo. Cuando ya estaba publicado el post, veo que en El Hormiguero anuncian un monologuista que va a presentarse en el teatro Alcázar y que cocinará mientras actúa y al final invitará al público a probar sus platos. Se llama Sinacio y el espectáculo, Smilechef. A este paso, cuando veamos en el museo el cuadro de la Última Cena, nos obsequiarán con un menú degustación 
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