19 de octubre de 2015

Food Truck

















El protagonista de la película Chef, harto de que su jefe coarte su creatividad, cuelga el gorro de cocinero estrella y reemprende una nueva vida vendiendo perritos clientes con una food truck. La acción transcurre en Florida, donde estos restaurantes sobre ruedas son algo habitual, pero nadie hubiera considerado verosímil que pasara en España. Al menos hasta hace un año, cuando lo más parecido a una food truck que conocíamos eran esas camionetas de los churreros que recorren las ferias o, en invierno, aparcan en esquinas estratégicas de las ciudades, con sus luces de neón y su característico olor a aceite muy frito. Pero, de repente, por todos lados aparecen estas camionetas de nombre y tuneado americano de estilo retro que parecen aspirar a una revolución culinaria similar a la que hicieron Adriá, Arzak, Subijana o Berasategui en las últimas décadas.
¿De dónde ha salido tanta “food truck”?. Hasta hace poco sólo se conocía la de Koldo Royo, un cocinero con estrella Michelín en su restaurante de Mallorca, al que no se le caen los anillos por ponerse a vender perritos calientes, hamburguesas o kebabs con su furgoneta en ferias y lugares de diversión. Cuando empezó era algo insólito: parecía que se había vuelto loco o quería llamar la atención. Ahora, ni es insólito ni llama especialmente la atención. Este fin de semana, en Madreat se daban cita food trucks apadrinados por nombres que dicen algo en el mundo de la gastronomía: Kabuki, Alabaster, Chiron, Triciclo, La Cesta, Taberna Arzába, Mama Framboise… Pero lo más notable era la gran cantidad de estas furgonetas-bar que se habían reunido en Azca.
 
Un fenómeno de sólo un año
¿De dónde han salido? Es un misterio. Todo empezó hace un año con el primer Madreat que reunió en la Ciudad Universitaria a una veintena de Food Tracks. Las “ferias”, por llamarlas de alguna forma, se repitieron cada mes. Por medio pasó el concurso de las Food trucks de TVE (En la asociación hay varios concursantes de Master Chef, aunque no estaba la furgoneta de Carlos Maldonado, el ganador de la última edición) y con esa facilidad que tienen los madrileños de llenar cualquier sitio donde se convoque algo nuevo, la cosa fue tomando cuerpo hasta el punto de que, doce meses después, el campamento de roulottes ha llegado ya a las sesenta unidades que se dieron cita en los jardines de Azca con ofertas de lo más variado: desde la cocina fusión de Kabuki hasta las extraordinarias empanadas de Alabaster, pasando por las exquisitas alcachofas de Casa Ernesto o los pastelitos, ya clásicos, de Mamá Framboise por citar sólo algunas de las cosas que probé.
La idea parece ser la siguiente: se compra una furgoneta (ni siquiera tiene que ser muy grande) se la carroza con una apertura lateral apaisada, que haga las veces de barra-mostrador, y con una cocina rudimentaria se elaboran unas pocas –la carta nunca es larga- especialidades culinarias. Se trata de poner tres o cuatro cosas sobre la barra, pero que sean estupendas y te diferencien de los demás.

Bocadillo de cocido
Y a base de diferencia te encuentras desde bocadillos de calamares, hasta arroz con leche, pasando por el pulpo a feira, las croquetas, los pepitos de ternera o la ensaladilla rusa, por citar sólo algunos de los más castizos. Aunque también puedes encontrar especialidades de los cinco continentes, desde la brusqueta italiana, hasta empanadas argentinas; desde tacos mexicanos a sushi japonés, falafel del Líbano, o especialidades hindúes, brasileñas y venezolanas. Por supuesto, no faltan los hot dog ni las Frankfurt que, hasta hace poco, parecía que era lo único que se podía vender en estos puestos ambulantes. Como es lógico hay puestos de bebidas, con marcas como la cerveza La Virgen, el madrileñísimo vermut Zarro o los vinos seleccionados de The Flyng cow.
El éxito de público es grande, pero habrá que ver si este fenómeno de las food truck es una moda pasajera, o ha venido para quedarse entre nosotros. La pasión española por las tapas, juega a su favor, aunque los precios sean un poco altos y algunos productos no se comen fácilmente con las manos sin que se desmoronen.
Habrá que esperar. De momento, me han hablado de un negocio de carrocería que se ha especializado en este tipo de vehículos y no da abasto.

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