16 de marzo de 2016

El mercado como galería de arte























Frente a mi casa hay una señora que tiende la ropa en la terraza. No es nada extraordinario. Hay mucha gente que lo hace. Sin embargo, lo que me llama la atención es que, a veces, sobre todo en verano, su tendedero presenta una armoniosa gama de colores. Es decir, va colocando las camisas, los polos y otras prendas en una ordenada y armoniosa gradación de colores, parecida a esos catálogos de las casa de pinturas con los que siempre resulta tan difícil elegir. Mi anónima vecina, además de muy ordenada, debe ser de esa gente positiva que ya que hace algo, trata de hacerlo lo mejor posible y, si puede, bonito. ¡Cuesta tan poco!
Emily Blincoe es una fotógrafa tejana que debe pensar lo mismo que mi vecina y con cualquier tipo de cosas forma ordenadas y bellas gradientes de color que luego recoge con su cámara. Una de las series que más me llama la atención es la realizada con alimentos vegetales, en la que nos muestra que los tomates no siempre son siempre rojos…





















Que los huevos de gallina pueden tener una extensa gama de colores...





















O que el color de las naranjas no siempre responde a su nombre.





















Como dijo Juan Belmonte, “hay gente pa to”.
Como el holandés Stephan Brusche que sólo necesita un simple plátano para crear una pequeña obra de arte.





















Aquí podéis ver una pequeña muestra de sus creaciones
Quizá el iniciador de esta tendencia fuera el famoso Arcimboldo, que, a falta de modelos, se iba a la frutería y con la compra componía unos curiosos bustos que luego retrataba con su pincel. El artista ruso Dimitri Tsykalov hace lo mismo pero después de cargar el carrito de la compra en la charcutería.





















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